Poco tiempo después, Clemente emitió la bula Ad providam, que transfirió las propiedades templarias y sus activos a los Hospitalarios, logrando así la destrucción de la Orden provocada por
Felipe, quien se quedó con sus bienes y no tuvo que pagar lo que les adeudaba. Anteriormente cincuenta y cuatro Templarios fueron entregados a los hombres del rey y quemados en la hoguera en París. Sin embargo aun queda un cabo suelto y era el último Gran Maestre de los Templarios que se encontraba en prisión; Jacques de Molay.
La ejecución de Molay fue un hecho histórico y mas aun por la maldición en que este ultimo Gran Maestre lanzó sobre el rey Felipe y el Papa Clemente, quienes murieron al poco tiempo después de la ejecución y para la mayoría como resultado de la maldición de Molay, que pereció en la hoguera el 18 de marzo de 1314, frente a la Catedral de Notre Dame.
Según los relatos de la época puntualmente de las crónicas de Guillaume de Nangis, la maldición de Molay sentenció que ese mismo año tanto “Felipe como el Papa Clemente irían al encuentro de Dios para responder por sus crímenes”.
Sentencia que se cumplió, ya que el Papa Clemente el 20 de abril, murió como resultado de su enfermedad y el Rey Felipe el 29 de noviembre del mismo año, muere después de ser lanzado de un caballo mientras cazaba, por lo tanto la maldición del Gran Maestre Templario se había cumplido.
